En La rosa de papel, una de las piezas que componen el Retablo de la Avaricia, la Lujuria y la Muerte, el genio de Valle tralada a un ambiente rural su estética deformante de la realidad de su época, el esperpento.
De la mano de Quevedo, de Goya, hace subir a las tablas al antihéroe, que porta en sí mismo todos los indicios de la vida miserable de España. Tan sabiamente como había reflejado el sentido trágico del devenir patrio entre la patética y estéril bohemia urbana, nos muestra ahora, en el seno de una familia, la misma degeneración moral y ética, idéntica degradación abocada a lo feo, lo ridículo, lo grotesco, lo monstruoso.
De la mano de Quevedo, de Goya, hace subir a las tablas al antihéroe, que porta en sí mismo todos los indicios de la vida miserable de España. Tan sabiamente como había reflejado el sentido trágico del devenir patrio entre la patética y estéril bohemia urbana, nos muestra ahora, en el seno de una familia, la misma degeneración moral y ética, idéntica degradación abocada a lo feo, lo ridículo, lo grotesco, lo monstruoso.